sábado, junho 25

Uma DCG de Filosofia da Religião?

Juliana Mezzomo pergunta sobre a possibilidade de uma disciplina complementar (DCG) sobre Filosofia da Religião. Há uma proposta em debate entre alguns professores. Se não sair no próximo semestre, deve sair no outro. O Colegiado do Curso entende que as DCGs devem também ser planejadas a partir das demandas e interesses dos estudantes, e pelo que estamos vendo, esses tópicos são de interesse de muitos estudantes. Eu diria que um aprofundamento do tópico das descrições definidas seria bom. Aproveito para reforçar a idéia que se você entrar numa discussão sobre a existência de entidades divinas e não souber lidar com o debate sobre a natureza do conceito de “existência”, fica no prejuízo. Como disse na aula, se “existe” não é um predicado, como você vai dizer que “Deus” é sujeito, na frase "Deus existe". A existência é um predicado? Mais uma vez: veja a importância de uma boa formação em Filosofia da Linguagem para uma discussão sobre a existência de entidades divinas).

2 comentários:

Anônimo disse...

Seria legal uma DCG sobre filosofia da religião, visto as discussões da última aula. Acho que filosofia da linguagem tb ajuda.

R.M. Sullivan disse...

Estimado Ronai,

La cuestión de una filosofía de la religión se coloca por primera vez allí donde el pluralismo comienza a ser la atmósfera normal de la sociedad; y esto quiere decir: filosofía de la religión se da solamente cuando en la sociedad domina un cierto escepticismo. El filósofo contempla a la religión, por decirlo así, desde fuera y por encima: no es por casualidad que, desde el punto de vista gramatical y sintáctico, filosofía de la religión sea un genitivo objetivo. Pero al contemplar la religión desde la perspectiva divina, el filósofo ya no se compromete con ella. Descubre, por ejemplo, que no hay una religión, sino varias, que se encuentran compitiendo entre sí por el corazón y la mente de las personas; y que no hay solamente varias, sino diferentes tipos y grados de religiones. Cuando nuestro filósofo esto descubre, él no filosofa, sino simplemente constata lo que en la sociedad está ahí, que responde a nuestro estado actual de civilización.

La filosofía de la religión, entonces, me parece contener una actitud desde el comienzo antifilosófica. En su empeño, no me parece diferenciarse, digamos, de una sociología de la religión; el pluralismo llevó al escepticismo –o el escepticismo al pluralismo, como se quiera ver– pero este tipo de escepticismo, contra todas nuestras expectativas, no nos conduce a la filosofía, sino todo lo contrario: nos aleja de ella. Ninguna pregunta substancial ha sido colocada; ningún problema que queme los dedos o que haga arder el corazón de las gentes.

Es que la filosofía de la religión no me parece que pueda ocuparse sino de los rasgos comunes de las religiones existentes, haciendo una especie de taxonomía como en la botánica, determinando los géneros de religiones y sus especies, pero no conduciendo en sí misma al elevado oficio de la reflexión: que consiste en colocarse un problema en el que nos vaya la vida.

La correcta respuesta a la cuestión no me parece dada por la filosofía de la religión, sino, más bien, por la teodicea. Éste es el término inventado a fines del siglo diecisiete o a comienzos del siglo dieciocho, en la escuela de Christian Wolff, y que fuera asumido y desarrollado por Leibniz. Fue en la época en que aconteció el famoso terremoto de Lisboa, que permitió a Voltaire formular la cuestión de cómo es posible la existencia de Dios en un mundo que dio lugar a semejante catástrofe.

Se trata de una pregunta que sentí vibrar durante un instante en los medios de comunicación a fines del año pasado, en ocasión del tsunami que asoló el sudeste asiático.

Pero lo que podía conmover a Voltaire no creo que nos pueda conmover tanto a nosotros en este momento. Hay, sí, otras cuestiones que sí pueden hacerlo, como por ejemplo: “¿cómo puede ser que exista Dios, después de Auschwitz”? En verdad no sé cómo una disciplina como la filosofía de la religión se ocuparía del problema. Sí la teodicea, que de manera filosófica se coloca la cuestión de justificación de la existencia de Dios en un mundo en el que existe el mal.

¿Por qué Dios, si existiera, habría de permitirlo?

Éste no es el lugar para explanarme sobre la respuesta de Leibniz, que no deja de tener su deuda con las concepciones y prejuicios de su tiempo. Pero sí es el lugar para reflexionar sobre la naturaleza de la teodicea, que equivocadamente o no, se coloca una cuestión que es filosófica: la cuestión del sentido (sentido del mundo; de la existencia, etc); por contraste a la filosofía de la religión, que no me parece que se coloque cuestión filosófica alguna.

La pregunta acerca de Dios después de Auschwitz es, por ejemplo, una pregunta filosófica, cualquiera sea la respuesta que se le dé. Hans Jonas, en breve y penetrante ensayo, dio una respuesta cuya fecundidad no me parece aún agotada; y que perseguida con obstinación, posiblemente sea mucho más fecunda y nos lleve reflexivamente más lejos que la simple negación de su existencia – con la cual se acaba todo el problema para la reflexión.

Es claro que se podrá decir: pero, ¿cuál es el uso que das a la palabra “sentido”? ¿Qué significa “existencia”? ¿ Puede hablarse de Dios como de un sujeto, si la “existencia” no es un “predicado”?

Es claro que estas preguntas son importantes, y deben tenerse en cuenta, como tú lo haces, por una razón de profilaxis del pensamiento.Pero lo que mantiene esterilizado al pensamiento en el sentido de la higiene tal vez no sea lo mismo que lo nutre. Aquellas cuestiones son válidas en un cierto sentido, pero niego que sean válidas absolutamente. Tienen validez heurística, en todo caso; pero dudo que tengan validez, horribile dicendo, ontológica.

(Lo mismo daría colocar el Soneto 18 de Shakespeare o una tela de Van Gogh en una solución ácida, para poder, a través de semejante análisis, saber de qué se compone su sentido. O, como dijo Heidegger una vez, parafraseando a Platón, “intentar probar la capacidad del pez de sobrevivir en lo seco”.)

Hay una cualidad heurística, por su parte, en la pregunta por la existencia de Dios que sólo se comprende en ocasión de acontecimientos extremos y únicos, por decirlo así, como el tsunami del año pasado y el Holocausto en el siglo pasado: son preguntas y cuestiones que nos exigen una respuesta, y no sólo una respuesta teórica; sino, sobre todo, una respuesta práctica. Todas ellas llevan a la misma cuestión, acerca del sentido del sentido. Pero no creo que la materia llamada “filosofía de la religión” pueda darles una respuesta.


rmarquezsullivan